La mayoría de las decisiones que tomé a lo largo de los últimos 2 años habían tenido que ver con intereses o instrucciones de alguien más. Trabajando en Fox, la cadena de televisión de paga, estas indicaciones no venían precisamente de Homero Simpson (eso hubiera tenido algo más de chiste) y aunque hubieran venido de él, al fin y al cabo, seguían siendo decisiones de alguien más. Por 2 años y medio, 8 horas del día dediqué mi cuerpo, pensamientos, tiempo y esfuerzo a algo que por más que lo intenté nunca me hizo feliz, nunca le terminé de agarrar el gusto a estar sentada frente a un recuadro luminoso lleno de palabras, números y cifras millonarias que jamás vi en mi cuenta de banco.
Así que uno de esos días de cuestionamiento existencial que me dan a veces, giré mi silla hacia la ventana, disfruté la vista preciosa que estaba a espaldas de mi escritorio, desde el piso 24, se podían ver las jacarandas encendidas decorando la ciudad, a lo lejos se alcanzaban a ver los altos edificios de Santa Fe; eran las 11 de la mañana y habían muchos coches circulando, gente caminando, vida afuera, entonces en ese momento pensé: allá afuera está mi lugar, así que volví a girar mi silla hacia la pantalla luminosa, abrí Facebook, una amiga le acababa de dar like a “Shiva Yoga Peeth” una escuela de Yoga y Meditación en la India, me metí a su página, me enamoré, les escribí y a los 2 días ya tenía mi vuelo comprado a Nueva Delhi.
A partir de esa decisión, he tenido que aceptar y recibir todas las consecuencias que se han presentado, la responsabilidad de tomar una decisión ahora es mía y todas las sorpresas que vienen también. Ahora entiendo que si yo me muevo, la vida se mueve, si yo giro, el mundo gira para mí.
Así es que el próximo martes 12 de noviembre agarraré mi mochila llena de medicinas, mi libretita con las notas y tips que la gente me ha ido dando, dinero en la carterita que me hizo mi mamá y el corazón lleno de ilusiones, me voy sola, nadie me lleva, dispuesta a vivir todo lo que hay “allá afuera”.
Sus Bigler.